El serrucho del Salado

Mientras el DT y el Capitán se regodeaban tirándose flores uno a otro y ensalzando al equipo desde afuera, otros no tenían una óptica tan autocomplaciente.
Me refiero al kaiser, el Salado Luzardo, a quien abordamos cuando promediaba el segundo tiempo.

Luego de anunciarnos su pronto regreso a las canchas, para beneplácito de legiones de fans y de la caterva cruzada, el experiente zaguero accedió a darnos su opinión sobre el juego que se desarrollaba.

Y aunque el partido parecía asegurado, su desconformidad era inocultable, el equipo no tenía actitud, nadie quedaba "a media agua", no se "quemaban las naves", en resumen, un desastre.

Para colmo de males, mientras expresaba sus reservas sobre el juego y especialmente sobre el nivel mostrado por la defensa del Cruz del Sur, casi sufre un síncope cuando una desinteligencia defensiva casi cuesta un gol que hubiera acortado las diferencias.